Antes de Twitter, todo esto era campo.

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Una de las cosas que más me sacan de quicio son los que entran en Twitter para decir que antes de Twitter teníamos vida. (junto con los helados que te cuelan la vainilla, los que, si les nombras a Tim Burton, siempre dicen “tiene un universo propio” y los que te agregan a una conga y luego se van)

Son estos amantes de parar el mar con los dedos, muy amigos de decir cosas como:

“Es que, antes de Twitter quedabas para tomar un café con los amigos y te pasabas la tarde charlando”.

Y una mierda.

En realidad, antes de Twitter, todo esto era campo. El mundo era más pequeño, más ignorante. Un pueblo aislado en el que las únicas opiniones que tenías para contrastar las tuyas, eran las de esos cuatro amigos de tu barrio, cole o pueblo, las de tu familia y la de tu cuñao.

Ahora, mágicamente, ante cualquier tema que te interese, tienes acceso a las opiniones del mundo entero, de gente mucho más informada, más inteligente, más interesante incluso que tu cuñao.

Tener el mundo para ti pone en evidencia a los que no quieren todas las opiniones para no tener que pensar tanto.

Los que odian las redes sociales son los que prefieren que el mundo sea pequeño para creerse que lo dominan.

Pero es igual, la historia del mundo ante los avances es siempre igual: Primero negarlos, luego ponerse en contra y al final, acabar asumiéndolos enfadados. Estoy seguro de que cuando inventaron la rueda habría gente diciendo:

«Antes de la rueda la gente iba tan feliz, cargando sus piedras en la espalda y había más tiempo para hablar. Te rompías la espalda, pero hablabas»

Me iré un poco atrás, pero no tanto, a cuando llegó el móvil y los rancios gritaron al unísono: “¡Yo nunca tendré móvil!” y ya empezaron con la teoría: “Va la gente hablando por la calle, como si estuvieran locos, a mí no me llames por teléfono, queda conmigo y nos tomamos un café” (qué manía con tomar cafés, esta gente tiene que tener la tensión por la nubes).

Poco a poco, sin confesar nunca que fueron unos bocazas, se fueron comprando móvil: “Es por tener a mi madre controlada, que está con la tensión baja”. Pues ya sabes, listo, dale café.

Y entonces llegaron las redes sociales y los caducos pusieron el grito en el cielo: “Yo no tengo Twitter «de ese», yo tengo amigos de verdad”

¿Pero qué argumento es ese? ¿De verdad cambia algo que conozcas a más gente por las redes la realidad de que, cuando necesitas amigos descubres que tienes muchos menos de lo que pensabas?

No querer estar ahora en una red social es lo mismo que seguir leyendo pergaminos porque “eso de la imprenta es lo que va a joder la literatura”.

Y así siguen, y así seguirán, cada vez que aparezca algo nuevo que pueda suponer la posibilidad de explorar mundos nuevos, gentes nuevas, cabezas nuevas, ellos dirán: “Antes no teníamos eso y mira qué bien he salido yo” (Siempre me han fascinado los que dicen esta frase ¿de verdad están convencidos de que ellos han salido bien?).

Mientras tanto, yo seguiré disfrutando del Twitter que me he fabricado siguiendo a unos, “unfolloweando” a otros, perfilando mi timeline a mi gusto, disfrutando mucho del reto de crear un buen tuit y de la delicia de leer los que otros han creado. Conociendo gente interesante, mucho más que mi cuñao.

Y escuchando a los secotes desde lejos diciendo: “La cantidad de tiempo que perdéis en esas mierdas”, no sabiendo lo que se están perdiendo ellos…

¿Queréis saber lo que se están perdiendo? Os lo cuento un día, tomando un café.
😉

17 comentarios en “Antes de Twitter, todo esto era campo.

  1. Marina Cuesta dijo:

    Buenas Arturo, la verdad es que estoy bastante de acuerdo contigo. Me encanta tener diversos puntos de vista, no sentir que la información que llega a mis manos ha sido seleccionada únicamente por un grupo selecto de personas, ya que eso es todo lo contrario a la objetividad. Aún así, si que estoy de acuerdo en que hay que saber parar en ciertos momentos. Es decir, en una comida familiar, tomando unas cañas o unos cafés jejeje Que no digo que te lapiden si tocas el móvil, pero que no te estén hablando y estés pendiente del móvil en lugar de de la conversación. Aunque los irrespetuosos ya estaban antes de twitter.
    Un saludo, sigue repartiendo criterio 😉

  2. También son graciosos los que dicen que ellos prefieren los teléfonos con tecla (nokia 3310), que los táctiles nunca los van a utilizar, y 5 meses después se gastan 600 € en un galaxy s5.

  3. Pablo Galán dijo:

    Me has dado una idea, como no tengo Wi-Fi en mi bar, pondré el cartel de la foto. Haber como se quedan los clientes, jajajaja!

  4. supertramp dijo:

    estoy de acuerdo ocntigo, arturito, pero una cosa es twitter que mas o menos en una red social de información, y otra cosa es wasap, gente encganchada al movil y al wasap, estar tomando un café rodeado de gente y el 90% esta con la cabeza baja agachada mirando el movil, te hablo de un bar, como puede ser, mientras conduces, mientras vas paseando al perro……etc etc etc

  5. Esto es evolución. La diferencia entre aquellos que tienen verdadera inteligencia, inquietud y curiosidad, no sólo por Twitter, si no también por el resto de redes sociales y nuevas tecnologías. La gente que dice ‘no aprendo a usar whatsapp porque no me interesa’ ‘eso yo no lo gasto, me parece una pérdida de tiempo, a mí no me va a leer nadie’ me dan en cierta manera pena, porque como bien dices, no saben lo que se pierden.

  6. Me pasa lo mismo con los que se niegan al libro electrónico. Que si el olor del papel, que le gusta pasar las páginas,…
    Recientemente salió un estudio diciendo que al leer en ebook no se procesa la lectura de la misma manera. Lo que faltaba!
    Es muy simpático que a ciertos estudios les hagan caso, pero no se crean que las tasas de suicidio se relacionan con la cantidad de música country escuchada (visto en twitter, por cierto).

  7. Yo era de los que estaban en contra del teletransporte, alegando que antes se disfrutaba más del encanto del viaje; los paisajes, conocer gente… Pero qué leche, ahora reconozco que tiene su utilidad plantarte en Almendralejo en 2,47 segundos.

    Cuando todo esto era campo y oía al Monaguillo y a Arturo en la radio, yo era un oyente nada más, la comunicación iba en un solo sentido . Ahora tengo más cercanía a este par con quien me gustaría tomar ese famoso café y llamarles «amigos». Sólo por eso las redes sociales merecen la pena.

  8. Yo llevo en twitter desde que era beta privada, vamos, que hacía falta que te invitaran para usarlo y solo salían invitaciones cada cierto tiempo. Éramos 4 gatos mal contaos, a tal punto que al principio se twiteaba o por la web o por SMS y cada X tiempo recibías un resumen de tu timeline por SMS (imagínate si funcionase así ahora…). Claro, tened en cuenta que aún no había smartphones y era eso o paloma mensajera…
    A lo que voy, que ahora parece lo más práctico y normal del mundo tener una cuenta de twitter por la rapidez de información, la variedad de opiniones y todas sus requeteclarísimas ventajas, pero ponte tú a explicarle con el panorama de la beta el funcionamiento de twitter a una persona ajena. Las reacciones iban del típico “eh?” al “perooo…”, “y esooo…” y llegaban hasta a auténticas broncas tipo:

    – ¿¿Pero yo por qué tengo que estar poniendo ahí lo que desayuno y lo que hago?? Eso es regalar mi privacidad!
    – No no, que tú pones lo que quieras, como si no quieres poner nada y solo leer a otros.
    – ¿Y a mi qué me importa lo que haga o deje de hacer la gente? Que yo demasiao tengo con lo mío!
    – A ver, que hay gente muy interesante, periodistas, científicos, ves lo que opinan, comparten cosas…
    – A mi eso de estar vigilando lo que hacen los demás me parece horrible.

    Seguido de muecas extrañas y momentos incómodos (en serio, había gente que se lo tomaba como una especie de secta voyeur de cotillismo avanzado y les sentaba hasta mal que le plantearas una invitación…). El tema, que twitter estuvo muy muy cerca de fracasar estrepitosamente porque la gente no entendía o no quería entender su funcionamiento, o mejor dicho, no le veían utilidad. Ahora raro es el programa de TV que no lleve un hashtag de mosca y nos parece una chulada poder compartir cosas con los programas en directo (como con La Parroquia). Por eso, desde entonces, cada vez que me encuentro con un adicto al café de estos, no intento meterle con calzador la nueva tecnología, eso ya sé que es imposible, simplemente le pongo el ejemplo que acabo de exponer e intento que sea un poquito más abierto, que igual con el tiempo le acabo ahorrando escusas malas cuando termine cediendo…

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