Si me ofrecieran cortarme una pierna a cambio de poder escribir como David Trueba, dudaría entre la derecha o la izquierda.
Si me ofrecieran cortarme la otra pierna a cambio de poder interpretar como Javier Cámara, duraría sobre el modelo de silla de ruedas que comprarme.
La historia real de ese profesor que inicia un viaje a Almería para conocer a John Lennon y pedirle que, en los discos de los Beatles, aparezcan las letras de las canciones para motivar a sus alumnos se convierte, en manos de estos dos genios, en un tortazo a la ignorancia, a un país que lleva años convencido de que nada puede haber ahí fuera que nos interese, que lo nuestro es lo mejor, sobre todo, porque no queremos saber nada de lo que no es nuestro.
Ese profesor bondadoso, que Cámara hace tan real que te duele, ese niño grande que ha asumido que su gusto por la enseñanza, por el conocimiento, por la poesía, por tratar de pensar más allá de las convenciones es lo que le mantiene sólo, es uno de los personajes más bonitos y más amargos a la vez del cine.
En el viaje de Albacete a Almería va recogiendo a los despojos que va esa sociedad cerrada y paleta: La embarazada soltera, el chico que se siente diferente, el hombre despechado que no logró un mejor lugar para su hijo retrasado que una playa miserable y solitaria.
Y mientras buscan a Lennon les veremos unirse contra la incomprensión de todos los que han aceptado el mundo como se lo encontraron al nacer y prefirieron asesinar sus ideas, sus opiniones propias por supervivencia.Esos que, para ser aceptados por la masa, se pierden a sí mismos camuflando sus ideas.
Vivir es fácil es de esas películas que se te quedan dentro para siempre. De las que sales siendo mejor persona, más feliz y a la vez, más consciente de que vivir con lucidez, querer conocer, afrontar la realidad aunque no te de la razón, es tan duro que es normal que la gente la camufle de televisión, peinados, quinielas y dioses.